sábado, 9 de febrero de 2013
Modelos educativos prescenciales y a distancia
un sistema complejo de procesos orientados a lograr un aprendizaje más significativo en el estudiante. Está integrado por un conjunto de subsistemas con funciones específicas en los que intervienen variables interrelacionadas e interdependientes. Desde una perspectiva general, el modelo educativo puede centrar su accionar en el profesor o en el estudiante; en el primer caso, los modelos educativos que centran su acción en el profesor son utilizados por instituciones educativas que imparten formación presencial; en el segundo caso, los modelo educativos que centran su accionar en el estudiante, son utilizados por instituciones que imparten formación a distancia.
Los modelos educativos presenciales tradicionales se caracterizan por centrar el desarrollo del proceso en el docente, relegando al estudiante a ser un mero observador y oyente en la mayoría de casos. Este tipo de modelos ponderan mucho más la enseñanza que el aprendizaje (Duart-Sangrà, 2001) y su aplicabilidad se limita a entornos presenciales. El docente cumple un papel protagónico en el que conjuga la utilización de algunos recursos, principalmente la pizarra y su voz; a través de estos, logra lo que comúnmente conocemos como “transmisión de conocimientos” más que aprendizaje efectivo, siendo el resultado un bajo nivel de asimilación y un consecuente “conocimiento temporal” que tiende a olvidarse con facilidad. El estudiante, por su parte, es un receptor de la transmisión que realiza el profesor; su aprendizaje se limita, en muchos casos, a lo que pueda memorizar como resultado de “escuchar y ver”.
Los modelos educativos a distancia, por su naturaleza, carecen de un profesor que guíe presencialmente el proceso, por lo que se ven forzados a deslindar el papel protagónico del docente y pasarlo al estudiante, es él quien a través de una metodología adecuada y de los medios necesarios para un diálogo didáctico , consolida su propio aprendizaje y desarrollo. El aprendizaje se basa en el trabajo, ya sea a través de lecturas, actividades de aprendizaje, trabajo colaborativo, evaluación formativa, etc. Este trabajo tiene como ventaja que las actividades de aprendizaje elevan el nivel de asimilación del contenido, pues se aprende y se asimila mejor lo que hacemos que aquello que simplemente escuchamos y vemos. Un modelo centrado en el estudiante es propicio para el autoaprendizaje y la transmisión de valores ; sus diferentes componentes orientan sus esfuerzos para facilitar el aprendizaje del estudiante, proveyéndolo de recursos, que complementados con las actividades previamente planificadas, un adecuado seguimiento y apoyo del profesor permiten conseguir un aprendizaje más efectivo y significativo.
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